29.8.13

¿Cómo identificar mi hogar?

La baldosa floja del suelo en el primer piso, en un tono vinotinto.
La pared del cuarto de mi madre en donde rayé un perfecto círculo del tamaño de mi mano.
El bidé de mi baño, que no ha sido utilizado en más de diez años, utilizado para sostener espejos y planchas.
El pegoste de la pared de la regadera de mi baño, donde pegué una barajita de Burbuja de Las Chicas Súperpoderosas. 
El bombillo del segundo cuarto que he habitado, el cual ha sido cambiado más de diez veces en dos años. 
El lavandero y su eterna mancha en el drenaje.
No haber aprendido jamás cómo se abren las puertas de atrás, para sacar la basura.
Las calcomanías de oreo pegadas en la pared del closet del cuarto de limpieza. Eternamente subsistiendo.
El carrito de madera con el cual mi hermano jugaba pero ahora solo sirve para impedir que mi puerta se cierre.
Las lámparas del cuarto de mi madre.
La bañera color ladrillo.
La cornisa de la pared del segundo cuarto que he habitado y los peluches sentados.
La puerta del lavandero.
La lámpara de la sala de estar.
Las mesa redonda y hexagonal.
La puerta de entrada y su hermoso rechinar al abrirse.
La pared atrás de la puerta del cuarto de mi madre, donde la manilla ha abollado tantas veces la pared que ha creado un reconocible semicírculo.
El dibujo de mi hermano pegado en el closet del cuarto de visita.
El techo.
La puerta de las escaleras.
El saber que escalones no pisar para que la escalera de madera no rechine.
El espejo marrón que pasó de ser el espejo de entrada a estar en el tercer cuarto que he habitado a estar en el cuarto de visita.
La cantidad de jugos en bolsa que mi madre continúa comprando a través de los años.
La bata roja de mi madre que pasó a ser la alfombra de mi baño.
La entrada de mi casa.
Las escaleras del los vecinos.
Los juegos en el patio común.
La bomba de agua y de gas.
Los mangos.
La reja negra de la residencia.
El primer puesto.