21.5.10

22. Divorcio.

Podía ver las hormigas subir por mis brazos y como recorrían mi cuerpo. Un cosquilleo producía su tacto con mi piel. Habían tres, y las tres iban por una parte diferente de mi cuerpo.
Podía ver a mi hermano abrazando a su madre, llorando en su hombro como el niño pequeño que se había convencido de no ser.
Podía ver como mi hermana subía las gastadas escaleras de madera vieja, y ni una vez miró hacia atrás.
Podía ver a mi padre. Estaba sentada en su regazo, abrazándole.
Podía ver la Luna, todos estábamos afuera.
-¿Oriana?-preguntó mi padre.
Le miré, dándole a entender que tenía mi atención.
-¿Si me escuchaste?
El árbol de limones de mi patio estaba seco, pronto habría que cortarlo. Ya ni daba limones.
-¿Qué fue lo que dijiste?-le pregunte con voz débil y monótona.
Las nubes en el cielo estaban negras. Iba a llover. Esperaba que la casa se derrumbara.
-Tu madre y yo nos vamos a divorciar.
Esperaba que la casa se inundase. Esperaba ver todas mis pertenencias flotar.
-Eso fue lo que creí escuchar.

16.5.10

21.

Tal vez haya sido mi imaginación. Pero juro haber visto una lágrima asomándose por sus ojos.
No es que sea algo totalmente monumental verle llorar, pero nunca le había visto hacerlo.
Ni en la infancia, cuando se raspaba la rodilla y sangraba. Ni cuando sus padres se divorciaron, y anunciaron que ya no serían una familia. Ni cuando su pareja le atravesó el rostro con una cachetada. Ni cuando le dieron su diagnosis de cáncer.
Y he aquí, ella: Llorando. Llorando. Llorando. Durmiendo.
¿En qué estará soñando que le ha causado tal efecto?
Me imagino que debe ser.
Debe ser porque sabe que está a punto de morir.
Y siempre he sabido que ella me teme.

20. 12:44 de la noche. Adolorida. Cansada. Escribiendo…

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1.5.10

19. Te quiero, hermano.

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