Me gustaría tener un amigo adulto. De unos veinte muchos años y en adelante con el cual pudiera hablar. Que sea paciente y me sonría y se ría de mí y conmigo. Que nos contemos relatos e intercambiemos poemas. Nos regalaríamos libros y pegaríamos nuestras narices a sus páginas recién impresas. Tomaríamos café mientras en las pausas, largos suspiros tomarían lugar. Pintaríamos lienzos y hablaríamos de la vida. De nuestros propósitos.
Al final; nos enamoraríamos.
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